Bienvenid@s

Bienvenidos al blog del Colegio de Empresistas de Cantabria. Desde este espacio pretendemos proporcionar una nueva ventana de información práctica a nuestros colegiados y, sobre todo, generar una red de comunicación directa con todos vosotros, con contenidos de actualidad y datos importantes para nuestro sector, al mimo tiempo que abriendo un nuevo canal en el que podáis dar salida a vuestras dudas y compartir aspectos de interés de nuestra profesión.

Artículo ganador «IV Edición de los Premios Periodísticos al mejor artículo de contenido Económico»

El mes pasado dimos a conocer los nombres de los cuatro finalistas de la IV Edición de los Premios Periodísticos publicados en Cantabria. Hoy compartimos con vosotros el artículo ganador al mejor artículo de contenido Económico escrito por Manuel Ángel Castañeda, periodista y director de publicaciones de El Diario Montañés.

Finaliza la inscripción para la Jornada «La Prueba Pericial Económica»

Os recordamos que mañana finaliza el plazo de inscripción para la Jornada Pericial.

La Prueba Pericial Económica (Casos Prácticos)

Organiza: Colegio de Empresistas de Cantabria, en colaboración del Colegio de Economistas de Cantabria. Fecha: 20-12-2012 Horario: de 10:00 a 14:30h. Fecha Fin Inscripción: 18-12-2012 Lugar: Hotel Bahía (Avda. Alfonso XIII nº 6 – Santander)   Ponente: Rodrigo Cabedo Gregori (Auditor-Censor Jurado de Cuentas / Economista / Asesor Fiscal)   Programa del curso Boletín de inscripción   Inscripción: Rellenar boletín de inscripción y enviar junto con comprobante de transferencia bancaria por fax al 942 24 06 23 ó correo electrónico a admon@empresistascantabria.es   Cuotas de inscripción: Colegiados en desempleo de los colectivos organizadores/colaboradores…………… 15 € Colegiados de los colectivos organizadores/colaboradores………………………………. 80 € Otras inscripciones……………………………………………………………………………………

Últimas plazas para el curso «Asesoría Externa en Gestión de la Innovación»

Hace poco os comunicamos en este blog la posibilidad de inscribirse y participar en el curso «Asesoría Externa en Gestión de la Innovación», cómo podéis ver en este enlace. Hoy queremos recordaros que el número de plazas es limitado y ya sólo quedan las últimas para aquellos que tengáis interés en realizar este curso.

¿Qué es más importante tener ideas o saber gestionarlas?

A Michael Gerber muchos le llaman “el gurú nº1 de los pequeños negocios”. Norteamericano, experto en “emprendedurismo” y artífice del “E-Myth”, o el mito del emprendedor. En una entrevista, le preguntaron “¿cual es el problema de los negocios que fracasan? Su respuesta fue: “Que su fundador no es un emprendedor, sino lo que yo llamo un técnico con un ataque de emprendedurismo”. Basaba su respuesta en los miles de casos en los que una persona, que es buena haciendo algo, decide montar una empresa para explotar ese talento. A un buen cocinero que monta un restaurante, un buen carpintero que monta un taller o un buen programador que se decide poner en marcha una empresa de software. Y terminaba su reflexión diciendo que estas personas acababan trabajando “para” su negocio, y no “en” su negocio. Dejaban de usar “su talento” y pasaban a necesitar “otro talento”, el de gestionar bien, que no siempre se tiene. Unos defienden que lo importante es tener una buena idea. Otros, que es más importante saber ponerla en marcha. Lo cierto es que de poco sirve tener ideas sin saber gestionarlas, y de nada sirve saber gestionar…

sin tener algo que gestionar.

Ser capaz de hacer bien ambas cosas puede ser algo estupendo, pero poco habitual. Se han escrito ríos de tinta sobre Steve Jobs, y su vida profesional está abierta. Jobs co-fundó Apple sobre la base de una innovación, el Apple-I, al que siguieron otras innovaciones.

Desde el primer sistema operativo en el que no había que escribir -y memorizar- las órdenes, hasta el ratón. La empresa creció y creció, y siete años después, decidieron que era el momento “dejarse de experimentos permanentes”, y contar con alguien que fuera experto en gestión empresarial. De modo que se llevaron al vicepresidente de la multinacional Pepsi-co, John Sculley, a golpe de talonario. Tras aplicar sus conocimientos en gestión y dirección empresariales, aprendidos y practicados con éxito en su anterior empresa, Sculley buscó la eficiencia en todas las líneas de la organización, entendiendo que, habiéndose dedicado a eso, para eso se le requería. Seguro que, para lograrlo, ayudó a promover a los puestos clave a quienes más y mejor encajaban en la idea de eficiencia a la cabeza de cada sección o departamento. A corto plazo hubo mejoras económicas. A medio y largo plazo, las consecuencias fueron otras, y ninguna buena. Apple comenzó a perder cuota de mercado. Su capacidad de producir innovación había mermado, y con ella la ventaja competitiva que permitió su ascenso. Jobs se enfrentó al consejo de administración y les dió a elegir entre él o Sculley. El consejo, más gestores que innovadores, y temerosos de perder lo conseguido, apostaron por “la seguridad”. Decidieron que, en momentos de zozobra, lo que menos se necesitaban eran “ideas novedosas”. Jobs se marchó y fundó otra empresa, con la lección aprendida, y al poco tiempo comenzó a irle bien. Tiempo después, Apple, en cambio, llegó a bordear la quiebra, lo que asustó al consejo de administración mucho más. Entonces contactaron con Jobs para pedirle que volviera. En cierto modo, Jobs y su consejo hicieron lo correcto al contratar al ex-Pepsi. En teoría, debería haberle permitido centrarse en las ideas, haciendo que otro se encargara de trabajar para hacerlas posible. Sculley sabía de gestión, no de innovación. A la mayoría del consejo le pasaba lo mismo, y apostaron por lo segundo en detrimento de lo primero. Grave error. Pero rectificaron, y Apple encontró un punto de equilibrio. Jobs y el consejo aprendieron a conjugar ambas cosas, y el resultado es conocido. Con ideas “locas” y pidiendo recursos para desarrollarlas, Jobs llegó a asustar a los gestores. Éstos, a su vez, desconociendo entonces el valor de las ideas y la necesidad de innovar continuamente, se dejaron vencer por el miedo al riesgo, sin ser conscientes de que, al trabajar para conjurar ese miedo, se acercaron definitivamente al precipicio. No sabían, por que no lo habían aprendido ni experimentado primero, que renunciar a la innovación equivalía a renunciar al futuro, y a punto estuvo de costarles la empresa. Naturalmente que es importante y necesario haber descentralizado la fabricación, y organizado un buen entramado productivo y de distribución, y una buena estrategia empresarial, y haber sabido ahorrar donde había que hacerlo, y gastar e invertir donde fuera conveniente. Pero nada de eso hubiera producido resultados, ni siquiera hubiera sido preciso, sin la capacidad de sorprender al mercado un año sí y el otro también, penetrando con fuerza, por ejemplo, en el mercado de los teléfonos móviles. Nokia era entonces el rey del sector. Hacían muchos y buenos teléfonos, y se centraron en hacerlos cada vez mejor, de forma cada vez más eficiente. Hoy en día, esa empresa pasa por serios apuros para sobrevivir, despide a mucha gente y ha perdido mucha cuota de mercado, frente a un Apple que, no obstante, vende sus terminales más caros que ellos, y encima hace muchas otras cosas. Es necesario conocer el fenómeno de la innovación, contar con gente que lo conozca, y saber compaginar las mentes creativas con las mentes gestoras, o al revés. Quienes tienen las ideas deben ponerse en contacto con quienes puedan aprovecharlas. Los directores y dueños de negocios han de buscar e identificar, dentro o fuera de sus organizaciones, a personas con ideas y potencial innovador. Y deben ver a esas personas como colaboradores necesarios. Si un empleado de una empresa, en cualquier sección, tiene una idea, sabe que necesita de los gestores para desarrollarla. Si no cree que vayan a escucharle, se lo callará. Si piensa que puede crearle problemas o que van a mirarle raro, con mucho más razón. O si no va a saber expresarse, o cree que no le van a entender. O sospecha que, si la idea es buena, le van a dar de lado. Quienes gestionan la empresa, no siempre son conscientes de cuanto necesitan a quienes tienen las ideas. Entre otras cosas, porque tienen tendencia a pensar que ellos mismos, como responsables máximos de la buena marcha del negocio, han de tener las ideas también, y ya hemos dicho que ambas tareas requieren de talentos diferentes. De ahí surge la necesidad de aprender a gestionar también la innovación en las organizaciones. Saber instrumentar canales, crear la cultura interna, diseñar sistemas de promoción y recompensa, métodos de análisis y valoración de propuestas, y un montón de cosas más. Sacarle provecho a una punta de tesorería, optimizar un presupuesto, controlar el gasto, diseñar un plan de marketing, mejorar la cadena de suministro u organizar mejor los turnos de trabajo, sin duda son vitales para el negocio. Aunque para hacerlo se aplican métodos y sistemas al alcance de cualquiera. Las ideas, especialmente las innovadoras, en cambio, son patrimonio exclusivo de quienes las conciben. Son la quintaesencia de la ventaja estratégica que todo buen gestor aspira a conseguir: baratas de generar, con potencial de negocio y fuera del alcance de la competencia. Pero no basta con saber gestionarlas. Primero hay que producirlas, impulsar que se generen y escucharlas con atención para que no se escapen. En el caso de Apple, sus propietarios y directivos pudieron recurrir de nuevo a Jobs para salvar la empresa.

Pero, ¿qué demonios es INNOVAR?

Hay que reconocer que, de un tiempo a esta parte, se habla de innovación “hasta en misa”. De hecho, hace poco pude ver que, también en ese “sector”, se está empezando a innovar. Asistí hace poco al visionado de un anuncio que ofertaba un pequeño artilugio digital para “ayudar a rezar”, seleccionando mediante botones oraciones para cada día de la semana, con la voz grabada del difunto papa Juan Pablo II. Desconozco cuantos de esos dispositivos piensan vender, pero, hoy en día, apostaría a que muchos más que rosarios. Innovar ya no es una opción; es una necesidad. Sin embargo, casi cada día me encuentro con personas que, pese a tomar conciencia de ello, siguen sin tener muy claro el término, y en España tenemos un instrumento muy útil para estos casos: El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, que aporta la siguiente información: innovar : mudar o alterar algo, introduciendo novedades Innovación : creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado Durante muchos años nos hablaron del “i más d”, o I+D, o bien Investigación y Desarrollo. También aquí la R.A.E nos ilustra al señalar que investigar es “hacer diligencias para descubrir algo”, o “realizar actividades… con el propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia”. Es importante observar que, en este caso, no se habla de crear, ni de conseguir novedades, ni mucho menos de mercado. Investigar, producir investigación, es otra cosa. Por ello, tras años de olvido, se comenzó a hablar de “I+D+i”, y esa “i” chiquitita del final hacía referencia a la “innovación”, que es en lo que vamos a centrarnos. El “rezador electrónico” comentado no utiliza ninguna tecnología nueva. Ni su diseño o construcción han supuesto reto alguno, más allá de los habituales en una empresa.

Tampoco es una novedad un aparato al que le das un botón y emite un sonido grabado previamente.  Y, sin embargo, sin duda es un producto innovador. Quienes lo concibieron dispusieron logros alcanzados por otros, que a su vez aprovecharon investigaciones anteriores, ni tampoco es una novedad encerrar una grabación digital y un altavoz bajo una carcasa con botones. Pero, en este caso, lo hicieron para una finalidad diferente, en un mercado diferente. La innovación adopta miles de formas y puede alcanzar a cualquier proceso de cualquier empresa de cualquier sector. Una confusión habitual es confundir la investigación con la innovación, y existe una forma bastante sencilla de ayudar a tenerlo claro: Investigar es poner dinero para conseguir ideas Innovar es poner ideas para conseguir dinero Sin duda que, en ocasiones, o en determinados sectores económicos, innovar suele requerir investigación; de tecnologías, de materiales, o de conocimiento puro. Pero en la mayoría de los sectores no es así. Y esto es un problema, porque, en parte debido a esa confusión, muchos pequeños empresarios, cuando oyen hablar de “innovación”, piensan que no les afecta directamente. Algunos incluso llegan a afirmar: “en lo mío está todo inventado, lo que pasa es que la competencia es muy dura”, y se habla de China, de Marruecos, o de la provincia de al lado o de la empresa de enfrente. Llevo ya algún tiempo alrededor de esta problemática, y aunque he observado avances, sigo encontrándome con gentes de empresa que se muestran reticentes a la hora de plantearse innovar. O bien no creen realmente imprescindible innovar en lo suyo, o no se creen capaces de hacerlo.
Son dos errores. En el segundo caso, existen ayudas, herramientas o estrategias a su disposición, y desde este blog intentaremos ayudar a que las conozcan, de forma amena y práctica. En el primer caso, simplemente no es cierto. Innovar, presentar una novedad, aporta a un negocio una ventaja competitiva. Un nuevo producto o servicio. Un nuevo sistema para fabricar, almacenar, distribuir o vender. Algo que la competencia no tiene y que, bien presentado o utilizado, hace ganar cuota de mercado, despacio o deprisa, a quien lo logra. Si es posible llegar a aportar algo nuevo en un determinado sector, antes o después, en un mercado globalizado, alguien lo conseguirá. Si son muchos los que lo consiguen, nuestra pérdida de cuota será rápida, en lugar de más lenta, pero siempre inexorable. De acuerdo en que “siempre se puede copiar”. Ahí es donde entra en juego un factor que hasta hace pocos años no estaba muy presente, salvo en algunos sectores concretos: la rapidez, la dinámica con la que se generan y aparecen los cambios. Cuando existen suficientes empresas, en cualquier parte del mundo, capaces de producir innovación de forma casi constante, limitarse a copiar resulta insuficiente. Tan sólo nos permitirá perder cuota más despacio, si copiamos suficientemente deprisa. El final, sin embargo, terminará siendo el mismo. Nuestro negocio seguirá mermando y perdiendo competitividad, hasta convertirse en otro “concursante”, como se dice ahora de las empresas intervenidas. Ya no basta con poder adaptarse a los cambios. Éstos se producen cada día más rápido y en todos los frentes. Ahora hay que ser capaz de generarlos. Si fueran pocos los que lo lograran no habría grandes problemas, pero esa no es la realidad. Lo logran muchas empresas, cada día más, en todo el mundo, en todos los sectores, y ahora además se cuenta con medios para que lleguen a cualquier zona, a cualquier mercado. Sin embargo, en ese escenario, España está en el vagón de cola, tanto a nivel mundial como de la propia Unión Europea. Para innovar se necesita capacidad creativa, y presumimos, y con razón, de ser un país con reservas en ese pozo. Donde está el problema entonces? Sin duda son varios, muchos los que los estudian y varias instituciones las que, cada vez más, toman conciencia de la necesidad de abordarlos. Pero han de ser las propias empresas, en primera persona, quienes han de “desear” innovar, o todo será inútil, por más que desde determinadas instituciones se asuma la tarea de sumarse al esfuerzo. El Colegio de Empresistas de Cantabria es una de esas instituciones. Y no sólo se ha propuesto analizar el problema. Además ha apostado por introducir la innovación para que sus colegiados aumenten sus posibilidades profesionales, y colabora en iniciativas para que las empresas en la que éstos trabajan, o para las que colaboran, mejoren también su capacidad innovadora. En el marco de una de esas iniciativas, todavía en fase de adolescencia, ya se reciben y estudian peticiones, o desafíos, para aportar ideas nuevas, innovadoras, en multitud de sectores de actvidad: desde el turismo a la construcción, desde la industria a la hostelería, desde el comercio a los servicios públicos. Sin duda, eso resulta de utilidad para las empresas y organizaciones que los presentan, pero desde el punto de vista opuesto, también sirve para demostrar, en la práctica, que no hay sector de actividad donde no sea posible innovar. Y, si algún lector opinara lo contrario, desde estas líneas asumimos con gusto el reto de demostrárselo.

Presentado el Archivo Histórico Banco Santander y su portal web

La semana pasada recibimos una gran noticia que hoy queremos compartir con todos vosotros: el pasado lunes, 3 de diciembre, tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad de Cantabria la presentación del Archivo Histórico Banco Santander Desde el Colegio de Empresistas de Cantabria queremos felicitar al Banco Santander por su valiente y decidida apuesta por defender y abrir al público su propia historia a través de esta iniciativa. Podéis acceder a la noticia completa y a la nueva web del archivo histórico del Banco Santander a través de este enlace.

Comienzo inmediato de nuevos cursos

Te informamos que Ceoe Cepyme Cantabria y el Colegio de Empresistas de Cantabria tiene previsto iniciar las siguientes Acciones Formativas Gratuitas subvencionadas por el Fondo Social Europeo y el Servicio Cántabro de Empleo:

«Asesoría externa en gestión de la innovación»

«La innovación y los asesores de empresa»

«Seguridad en la transmisión de ficheros y documentos»

ACCIONES FORMATIVAS DIRIGIDAS PRIORITARIAMENTE A TRABAJADORES OCUPADOS DE O AUTONOMOS

CURSO «Seguridad en la transmisión de ficheros y documentos»

Horas: 8 h. Fechas: 11 Diciembre – 12 Diciembre 2012 Horario: de 16:00 a 20:15 Fecha Fin Inscripción: 02-12-2012 Metodología: Presencial Lugar de impartición: Santander   PROGRAMA Módulo 1: Nivel básico: 2 (2 horas) Funciones y obligaciones del personal Registro de incidencias Control de acceso Gestión de soportes y documentos Identificación y autentificación Copias de respaldo y recuperación   Módulo 2: Nivel medio (2 horas) Añadir a los anteriores: Responsable de seguridad Auditoría Gestión de soportes y documentos Identificación y autenticación Control de acceso físico Registro de incidencias   Modulo 3: Nivel Alto (2 horas) Añadir a los anteriores: Gestión y distribución de soportes Copias de respaldo y recuperación Registro de accesos Telecomunicaciones.  Módulo 4: Sensibilidad en medio ambiente y en la igualdad de oportunidades (2 horas).

CURSO «Asesoría externa en gestión de la innovación»

Horas: 11 h. Fechas: 18 Diciembre y 19 Diciembre 2012 Horario: de 9:45 a 14:00 y de 16:30 a 19:30 Fecha Fin Inscripción: 09-12-2012 Metodología: Presencial Lugar de impartición: Santander   PROGRAMA Módulo 1. El proceso de la innovación: rutinas de trabajo, obstáculos y necesidades (3h) Módulo 2. Técnicas para generar nuevas ideas y mejorar habilidades creativas (3h) Módulo 3. Formación y Gestión de Grupos de trabajo orientados a la innovación (3h) Módulo 4. Sensibilización en medio ambiente y en la igualdad de oportunidades (2h)

CURSO «La innovación y los asesores de empresa»

Horas: 8 h. Fechas: 27 de Diciembre 2012 Horario: 9:45 a 14:00 y de 16:00 a 20:15 Fecha Fin Inscripción: 18-12-2012 Metodología: Presencial Lugar de impartición: Santander   PROGRAMA Módulo 1.  Nuevas oportunidades de negocio: servicios profesionales a prestar por asesores de empresa, relacionados con la innovación (3h) Módulo 2. Herramientas a disposición de los asesores para llevar la innovación a sus clientes (3h) Módulo 3. Sensibilización en medio ambiente y en la igualdad de oportunidades (2h)   INSCRIPCIÓN: Gratuita. Para la participación en las acciones formativas destinadas prioritariamente a trabajadores en activo será necesario aportar la fotocopia del D.N.I. y de la cabecera de la última nómina o recibo de autónomos. En caso de estar en desempleo la documentación a aportar es la fotocopia del DNI y de la tarjeta de demanda de empleo. La recogida y entrega de solicitudes e inscripciones se realizará en las instalaciones del Centro de Formación de CEOE-CEPYME Cantabria sito en c/ 3 de Noviembre Nº 38 Planta 2, donde habrá que aportar la documentación solicitada en función del colectivo al que vaya dirigida la Acción Formativa. Para más información puede ponerse en contacto con el Departamento de Formación a través del tlf.

95 años de Turismo: El Hotel Real en la Exposición Temporal del Museo de la Contabilidad

En las últimas décadas del siglo XIX, los parámetros económicos forjados en el comercio con América se fueron difuminando, el peso de una alta burguesía y nobleza adinerada junto a una jerarquía eclesiástica muy influyente empezaron a empujar a Santander hacia una ciudad de servicios y de ocio. En este ambiente Santander se convierte en la ciudad idónea para los veraneos regios de Alfonso XIII y su familia, que junto a la corte arrastran un grupo de destacadas personalidades del mundo de la aristocracia, la política, la sociedad y la cultura, repercutiendo en un considerable aumento del turismo de calidad, procedente sobre todo de la capital. Esto condicionó un desarrollo urbano específico, con el área del Sardinero como centro de ocio para los veraneos, los baños de ola y la introducción de deportes de elite tales como el golf, tenis, polo y regatas, que requerían de instalaciones determinadas o especificas, acompañaron una arquitectura genuinamente regia con el Palacio de la Magdalena y el Hotel Real, proyectos en los participó de manera muy activa el rey, modificando el paisaje de la privilegiada bahía de Santander y una arquitectura genuina con el Palacio de la Magdalena y el Hotel Real como verdaderos hitos arquitectónicos diseñados por el arquitecto Javier González de Riancho. El Hotel Real tuvo la cortesía de abrir las puertas de su archivo, para aproximarnos a su historia, allí, se encuentran muy bien conservados los primeros libros de contabilidad protagonistas de la inauguración del hotel celebrada el 12 de julio 1917, estos libros auxiliares fueron amablemente cedidos para formar parte de nuestra primera exposición “Empresas Centenarias en la UIMP: Paisajes Contables de Cantabria 1850-1950. El libro de registro donde se inscriben los primeros clientes llegados de Bélgica, Inglaterra y Francia, el primer libro de restaurante y de caja, junto al libro de actas que testimonia el histórico momento de la constitución del hotel, fueron expuestos gracias a la colaboración del Hotel Real. Podemos acceder a más información sobre el hotel a través de su página Web. Imagen: Suscripción de acciones encabezada por Su Majestad Alfonso XIII.  Publicado en SAN EMETERIO GÓMEZ, H. José.  Hotel Real. Recuerdos para un aniversario 1917-1992. Ediciones de Librería Estudio.

Agencia Cántabra de Administración Tributaria

El miércoles 29 de febrero se publicó en el BOC la Resolución de 23 de febrero de 2012, por la que la Dirección General de la Agencia Cántabra de la Administración Tributaria ha acordado dar publicidad a las cuantías que limitan la reducción de la base imponible del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones establecida en el artículo 5.2 del Decreto Legislativo 62/2008, de 19 de junio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Medidas Fiscales en Materia de Tributos Cedidos por el Estado,  que incorpora como anexo las cuantías actualizadas de las mismas, aplicables para el año 2012.

Los expertos y la innovación

  Suelo decir, con cierta frecuencia, que a medida que uno se hace más “experto” en una materia, tiende a disminuir su capacidad de innovar en ella. Quienes me oyen decirlo suelen cuestionar la idea, entre otras cosas, porque me atribuyen a mí la condición de “experto en innovación”, lo que les lleva a un contra-sentido. Un experto construye su condición a base de acumular experiencias solucionadas con éxito. Dichas experiencias se sucedieron, por definición, en el pasado, en base a circunstancias también del pasado, operando en un entorno determinado, que puede seguir siendo válido, o no. Si el entorno y las circunstancias no han variado demasiado, es posible que la receta aplicada para solucionar una situación semejante en el pasado pueda aplicarse de nuevo, quizá realizando algunas adaptaciones. Pero en un entorno de cambio permanente, tanto de los elementos conocidos -suelen ser sólo una parte- como de los ignorados -que siempre los hay- la aplicación directa de la experiencia acumulada puede resultar no ser eficaz. El ejemplo de rigor: En una casa aparece una fuga de agua y llaman al fontanero, al considerarle como un experto en esas situaciones. El fontanero observa la fuga, comprueba si el agua es limpia o sucia, sitúa las instalaciones que él “sabe” que tienen que estar -lavabo, inodoro, ducha, fregadero, lavaplatos, lavadora, radiadores- y, en base a su experiencia, establece un posible origen de la fuga. Como, también en base a su experiencia, conoce dos o tres tipos de tuberías y, también por su experiencia, por donde suelen instalarse al ejecutar la construcción de un edificio, coge sus herramientas y comienza a picar por donde la humedad observable le sugiere, en base a sus conocimientos de fugas similares. Supongamos -sólo para fastidiar al honrado profesional del ejemplo- que, en la construcción de ese edificio en concreto, se optó por un novedoso sistema de ladrillos plásticos que encajan unos en otros e incluyen, en su interior, huecos para el paso de agua, tanto para suministro de la vivienda como para refrigeración natural. En ese supuesto, lo más probable es que la fuga provenga directamente del ladrillo plástico detrás de la misma, o del encaje con el de al lado. Pero esto nuestro fontanero no lo sabe. Y, al picar, destruye directamente la prueba. Al seguir rompiendo, buscando la inexistente tubería, aparecen nuevas fugas, fruto de la rotura de más ladrillos plásticos que también conducen agua a otros lugares. Fiel a los conocimientos adquiridos en base a su larga experiencia, el fontanero sigue rompiendo, convencido de que, antes o después, dará con la tubería que filtra tanta agua “incluso por dentro de estos ladrillos tan raros!”. El desastre final es previsible. Podemos entonces disculpar a nuestro honesto fontanero al no haber sido advertido de esa nueva forma de construir. De todos modos, es sólo un ejemplo. Pero pensemos con cuidado en que, en nuestro mundo global, los cambios se suceden permanentemente, cada vez más rápido, y no podemos esperar que nos avisen primero, ni podemos estudiarlos todos, en todos los sectores y en todos los procesos, “por si acaso”. Pensemos entonces que no hablamos de ladrillos plásticos, sino de mercados nacientes o cambiantes, de estrategias de gestión diferentes, de nuevos servicios para nuevas necesidades, nuevos productos, nuevos materiales, nuevas herramientas, nuevos sistemas, nuevos diseños, nuevos métodos de venta o promoción, o de nuevos negocios. ¿Acaso no hubiera sido más probable que otra persona, sin experiencia previa como fontanero ni sabedor siquiera de la posible existencia de tuberías, hubiese observado el agua pasando por dentro del siguiente ladrillo plástico, y llegado directamente a la conclusión de que “el agua va por ahí”? También es fácil de entender que, en el caso de un fontanero con larga experiencia, la perspectiva de pensar, o aprobar, el diseño de un nuevo sistema de conducción de agua en edificios – sin tuberías- que, en cierto sentido, supondría poner patas arriba buena parte del conocimiento adquirido con la experiencia de los años, se produciría cierta resistencia. A nuestro “experto”, precisamente por serlo, le costaría más imaginar – y admitir- esa novedad que, por ejemplo, a un estudiante de fontanería. A muchas personas les gustan las novedades, los cambios. Pero, a ser posible, en lo ajeno. Quien más, quien menos, intenta que haya cosas “fijas” a su alrededor. Nos da sensación de seguridad. Y a base de validar cosas, ideas o conceptos, dejamos entonces de pensar en ellas para centrarnos en las siguientes, y poder así construir y avanzar. Requiere mucho esfuerzo ponerse a cuestionar, en un momento dado, ciertas ideas o conceptos que hacen las veces de columna de apoyo, dos o tres pisos por debajo de donde estemos en ese momento. Admitir cambiar esa columna -esa idea o ese concepto- traería consigo recalcular, o repensar, todo lo que hemos construido encima, con la incertidumbre añadida sobre el nuevo resultado. Pero lo cierto es que, si admitimos que los datos de partida que usamos para asentar esa “columna” pueden haber cambiado, si somos conscientes de que ahora casi todo cambia y sólo el propio cambio permanece, cuanto antes nos demos cuenta de lo que ha cambiado, menor será el alcance de las reparaciones necesarias. En esa situación, que antes o después termina por darse, resistirse o negarla no hará al edificio más sostenible. Tan sólo nos lo parecerá y, con el tiempo, o bien el posible derrumbe nos dejará “con el culo al aire”, o bien el coste de rehacer por encima, de reconvertirnos, nos resultará inasumible, individualmente o como empresa. Volviendo al ejemplo del fontanero, contra mayor fuera su capacidad de asumir la innovación, contra mayor fuera su habilidad para admitir y detectar diferentes realidades y sistemas, antes asumiría que algo había cambiado allí, antes admitiría la inexistencia de tuberías, menor sería el esfuerzo dedicado a solucionar el problema, y menor sería el daño causado en la vivienda. En una economía como la actual, en un escenario de cambio permanente y de constantes incertidumbres, la condición de “experto”, entendida como fruto de la simple acumulación de experiencia, tan sólo tiene valor, e incluso sentido, si al mismo tiempo se es consciente de la inestabilidad del entorno, lo que conlleva la posible invalidez de las soluciones ya aplicadas y, en definitiva, la propia cualidad de “experto”. A día de hoy, frente a la experiencia, y especialmente en el mundo de la innovación, la cualidad que cobra verdadero valor es la “flexibilidad. Y esa flexibilidad debe alcanzar a la capacidad de producir un cambio, y no sólo adaptarse a los que producen otros. Si cada poco tiempo se construyeran edificios con nuevos sistemas de canalización del agua, ante una fuga no llamaríamos a un fontanero que conociera perfectamente sistemas ya antiguos. Puede que tampoco nos diera suficiente confianza un fontanero que, periódicamente, asistiera a cursos de formación para intentar “estar al día”. Sin duda, nuestra primera opción sería llamar a quien se dedicara a diseñar e instalar esos nuevos sistemas, empezando por el nuestro. Cuando apenas se producen novedades, puede costar introducir una nueva tecnología para la fontanería de un nuevo edificio. Aunque sea más eficiente, robusto o económico. El constructor, el arquitecto, el fontanero, e incluso puede que el comprador, ofrecerán resistencia. Pero sería suicida resistirse en un escenario donde ya fuera normal que, cada poco tiempo, se introdujeran novedades, y que fuesen admitidas cada vez mejor por todos los agentes económicos implicados. Y ese es exactamente el escenario económico en el que nos movemos ahora. Son ya legión las empresas que, a escala global, innovan de forma permanente. Y, cada vez más, los consumidores valoran positivamente la innovación, cuando no la exigen. Al margen de entender o no el proceso, resistirse a esa marea es garantía de terminar ahogándose. Con o sin tuberías.

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