El proceso creativo moviliza los recursos de nuestro hemisferio derecho, intuitivo, imaginativo, rápido y eficaz. Alumbrar una idea es un proceso esencialmente individual, en el que nuestro cerebro utiliza la información y las conexiones que tiene directa e inmediatamente a su alcance, almacenados en sí mismo.
Por contra, relacionarnos, comunicarnos, trabajar con los demás, requiere de un medio, de un canal, hablado o escrito, que implica la intervención de nuestro hemisferio izquierdo, racional, lógico y relativamente lento, que demanda también más esfuerzo. Y no en cuanto a contenidos, si no en cuanto a metodologías.
Al igual que las empresas que se resisten a aceptarlos cambios y la propia innovación terminan perdiendo presencia y corren el riesgo de desaparecer, por grandes y poderosas que sean, las estructuras académicas que opongan resistencia a esta revolución, ya en marcha, terminarán viendo colapsar sus propios pilares.