¿Qué? ¿Lloramos todos o hacemos algo?

Charlando el otro día con un grupo de pequeños empresarios, la conversación derivó hacia los ajustes del gobierno en esta o aquella materia. La mayoría se mostraba partidario de que, igual o más necesario que ajustar, era hacer otras cosas para generar actividad, o el futuro seguiría pintando oscuro por mucho tiempo.

No pude reprimirme, y les pregunté entonces qué tipo de “políticas” estaban ellos aplicando en sus respectivas empresas. Muchos tuvieron que admitir que se habían concentrado casi exclusivamente en recortar gastos, olvidando la necesidad de pensar también en algo más.

Viene esto a cuento porque, en momentos de crisis, la tendencia natural en la mayoría de las empresas es la de tocar retirada. En el ámbito militar, el soldado que consigue retirarse y ponerse a salvo renuncia a ganar la batalla, pero sobrevive para luchar otro día. Claro que, todo ello con permiso del enemigo. Si éste no renuncia a su vez a la batalla, si nos persigue y castiga en nuestra retirada, ni ganaremos ni sobreviviremos.

En el mundo de los negocios, la batalla por la supervivencia no admite treguas y el frente está en todas partes. Si nosotros nos retiramos, otros quizá se aprovechen. Lo que nosotros no vendemos, otros pueden hacerlo. Podemos replegarnos y esperar que todos hagan lo mismo, pero siempre hay alguien que no lo hace, o bien alguien que se aprovecha para entrar en juego. Incluso es difícil que quienes se replieguen lo hagan en la misma medida.

Se puede reducir el volumen de ventas y, sin embargo, ganar cuota de mercado. Depende del tamaño de éste y de lo que haga la competencia. Y de lo que hagamos nosotros, claro.

Si su empresa está en crisis y ha reducido ventas, es normal pensar en ajustar también los costes para amortiguar el impacto. Pero seamos conscientes de que eso será sólo lo que hagamos: encajar el golpe. Lo mismo que en el caso de lo público, eso no hará que superemos la crisis. Será necesario, pero insuficiente. Habrá que hacer más cosas: cambiar de estrategia, pensar en algún servicio nuevo, en un nuevo producto, en otros mercados, en alguna colaboración empresarial, variar la activad, el proceso…

Todo ello pasa por: estrujarse el cerebro! Y como tal cerebro tenemos que entender el conjunto entero de mentes de todas las personas que trabajan en la empresa. Y en las empresas de nuestros proveedores, que también a ellos les afecta nuestra situación, e incluso puede resultar interesante sumar al esfuerzo a las mentes de alguna otra empresa de nuestro mismo sector, pues es posible que muchas de las soluciones que podamos discurrir conlleven esfuerzos y riesgos que, compartidos, no sólo sean más sencillos de acometer, sino que, en caso de problemas o fracasos, éstos resulten tolerantes.

Haciendo un aparte con un empresario le pregunté si su personal estaba trabajando a tope. De forma previsible, me respondió que no. Que tenía personas empleadas que no ocupaban toda su jornada, pero que no podía prescindir de ellas. Entonces le pregunté: ¿Y qué hacen cuando no tienen trabajo suficiente? Nada, me respondió.

Hace tiempo colaboraba en un grupo desde el que trasladábamos proyectos y propuestas a las empresas. En alguna ocasión nos respondieron con frases como: “Parece interesante, pero no tenemos tiempo. Estamos a tope!” o “No podemos distraer ahora esfuerzos de lo que estamos haciendo” o cosas similares.

Aquí es donde cobra sentido la frase cien veces repetida de que toda crisis es una oportunidad. Si usted o sus empleados o colaboradores tienen ahora tiempo, porque hay poco trabajo, dedíquelo a poner a trabajar a su ingenio, el de todos!

Si estás desempleado, ponte a pensar, a ingeniar un modo de fabricar un nuevo empleo.  Una opción es por tu cuenta. Otra es pensar en una empresa cualquiera y pensar en una nueva estrategia, servicio, etc, de forma que su genere un hueco para tí, comprometiendo tu propio trabajo en la apuesta.

Mejor aún, busca en las redes sociales perfiles afines al tuyo, o complementarios, y estrujaros la cabeza entre todos, y repartiros luego el trabajo de visitar posibles empresas, o buscar información o datos específicos para documentar debidamente vuestras propuestas, para poneros por libre o para abriros un hueco en las plantillas.

El Colegio de Empresistas puede felicitarse en ser una institución que bucea, busca, se mueve en detectar, o fabricar, nuevas oportunidades laborales para sus colegiados. Existen estudios bastante serios que apuntan que el 70% de los puestos de trabajo a ocupar en las próximas décadas en las economías desarrolladas… todavía no existen!

Replegarse y quedarse agazapado esperando que las cosas “vuelvan a su cauce” no sólo es una estrategia que no funcionará en la mayoría de los casos, sino que además nos situará mucho más lejos de donde deberemos llegar en su día para sobrevivir en el mercado.

Pensar en hacer otra cosa, o hacerla de otra manera, o con otros planteamientos, o bajo otros principios, o con otras herramientas, todo ello es innovar. A ese esfuerzo nos referimos cuando señalamos la imperiosa necesidad de aprender a hacerlo. No a la investigación, ni a la incorporación de nuevas tecnologías, ni siquiera a inversiones de ningún tipo. Simplemente, a desarrollar el ingenio, y mejor aún, a hacerlo en equipo.

Un don que tenemos todos los humanos, y del que se sirvieron la mayoría de los empresarios en su momento cuando crearon su empresa. Pero que luego dejaron de utilizar para centrarse en “gestionarla”.

En un post de hace algún tiempo, en este mismo blog, hablaba de la diferencia entre generar ideas y saber gestionarlas, y ponía por ejemplo el típico: Apple, recién fallecido en ese momento Steve Jobs. Me preguntaba entonces cómo afectaría la muerte de su motor creativo, dando por sentado que, en cuestión de buenos profesionales de la gestión -económica, financiera y estratégica- Apple tenía a los mejores, entre otras cosas, porque podía pagarlos.

Apenas unos meses después de aquel post, ya podemos aventurar una respuesta. Muchos analistas del sector detectan una “pérdida acusada en la capacidad innovadora de la compañía”. Sus acciones se resienten, Samsung vende ya más tabletas y smartphones que ellos, y desde la desaparición de Jobs, Apple ha lanzado al mercado… Una versión del iPhone y una tableta… más pequeña.

Gestionar… de acuerdo. Quejarse, llorar… vale. Vigilar los costes… por supuesto. ¿Y qué más?

 

Federico Moratinos – Dtor Centro de Innovación y Diseño del Campus Rural

 

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